
El Ángel del hospital.
Postrado en un rincón silencioso, he visto pasar los días paulatinamente,
Desde lo más profundo de mi dolor, sintiendo que mi vida se escapa.
Le ruego a mi Dios una oportunidad y la esperanza es lo que me alienta,
Porque siento que Él, no me puede fallar.
De pronto, un día entre sueños, una dulce voz me llama diciendo:
¿Cómo te sientes?, ¿Qué te pasa?
Al escuchar tan melodiosas y tiernas palabras, en penumbras veo llegar
Una imagen, la cual me pareció que era un Ángel,
Un Ángel que Dios me había enviado compasivo.
Sus manos suaves y amables me tocaron y mi cabeza tiernamente acarició,
Diciendo con mucho amor: __No te preocupes, que aquí tienes a quien te ayudará.
En ese momento pensé: Dios me ha escuchado, este Ángel me viene a consolar.
Con tu presencia dulce y compasiva sentí que mi vida volvía a tener razón de ser.
Ahora, sólo al verte, mi corazón late feliz porque tu presencia me brinda aliento,
Y la salud, como por arte de magia, a mi vida llegó.
Querida enfermera:
Tu misión es muy difícil, pero a la vez te brinda satisfacciones.
Hoy te digo, a veces no eres comprendida, pero, aún así tú sigues ahí presente,
Brindando una esperanza, un aliento para vivir,
Quizás sufriendo interiormente, por tus propios problemas; pero sonriendo,
Porque sabes que eso es tu porvenir.
Gracias, Ángel de Dios,
Que aquí en la Tierra, esa noble tarea te encomendó, llevando amor, aliento y esperanza
Para aquel que espera todo de ti.
SCLC, marzo 2004.
estebeli@hotmail.com
Postrado en un rincón silencioso, he visto pasar los días paulatinamente,
Desde lo más profundo de mi dolor, sintiendo que mi vida se escapa.
Le ruego a mi Dios una oportunidad y la esperanza es lo que me alienta,
Porque siento que Él, no me puede fallar.
De pronto, un día entre sueños, una dulce voz me llama diciendo:
¿Cómo te sientes?, ¿Qué te pasa?
Al escuchar tan melodiosas y tiernas palabras, en penumbras veo llegar
Una imagen, la cual me pareció que era un Ángel,
Un Ángel que Dios me había enviado compasivo.
Sus manos suaves y amables me tocaron y mi cabeza tiernamente acarició,
Diciendo con mucho amor: __No te preocupes, que aquí tienes a quien te ayudará.
En ese momento pensé: Dios me ha escuchado, este Ángel me viene a consolar.
Con tu presencia dulce y compasiva sentí que mi vida volvía a tener razón de ser.
Ahora, sólo al verte, mi corazón late feliz porque tu presencia me brinda aliento,
Y la salud, como por arte de magia, a mi vida llegó.
Querida enfermera:
Tu misión es muy difícil, pero a la vez te brinda satisfacciones.
Hoy te digo, a veces no eres comprendida, pero, aún así tú sigues ahí presente,
Brindando una esperanza, un aliento para vivir,
Quizás sufriendo interiormente, por tus propios problemas; pero sonriendo,
Porque sabes que eso es tu porvenir.
Gracias, Ángel de Dios,
Que aquí en la Tierra, esa noble tarea te encomendó, llevando amor, aliento y esperanza
Para aquel que espera todo de ti.
SCLC, marzo 2004.
estebeli@hotmail.com
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